
Como decían las indicaciones un "chofér" la recogió a la salida del trabajo con un cartel gigante en el que ponía: Empieza la Lucidespe. De allí nos fuimos a la casa rural donde todas las demás, procedentes de Madrid, Logroño, Bilbao y hasta de Lanzarote, nos esperaban.
La casa rural Albada era perfecta: cada habitación con su baño, dos salones gigantes con chimenea, dos cocinas completamente equipadas y decorada con mucho gusto (http://www.casaruralalbada.com).
Preparamos la despedida según las tres pasiones de la novia: las fotos, la música y nuestro pueblo, Pradoluengo.
El viernes por la noche ya vestida de princesa "urbana" le regalamos un álbum en el que cada una colocó una foto con ella y escribió unas palabras que la emocionaron. Después de cenar preparamos el photocall que ¡sacó la modelo que llevamos dentro!!!

A la hora de comer la sorprendimos llevando hasta Soria un cachito de Pradoluengo: los tigres del bar Rick´s ¡unos pinchos que la apasionan! Tampoco podía faltar el camarero...
Después de hacer unas pruebas de lo más variadas (ruleta de la fortuna personalizada con una de nuestras frases míticas, el lugar en el que veraneaba de pequeña, y el título de una canción que nos enseñó ella; circuito en patines y adivina con el tacto) montamos un pequeño "escenario" y le representamos: EL MUSICAL DE TU VIDA. Recreamos alguno de los momentos más significativos de su vida, desde su nacimiento hasta que conoció al que es hoy su prometido, sin olvidarnos, por ejemplo de su primer amor. Si nos dan permiso, colgaremos el video. De momento os dejamos una foto de alguno de los personajes.
¡De Pedrajas a Broadway!!!
Una vez cerrrado el telón vestimos a la novia de zíngara (uno de los personajes del musical) y las demás de negro (aunque alguna no lo cumplió...) y con un pañuelo en la cadera igual que el de la novia nos fuimos de cena a Soria. Después, en la verbena, a pesar del frío nos lo pasamos genial y bailamos como si no hubiera mañana. El momento estelar fue cuando el cantante le dedicó una canción a Lucía.
El domingo, tras comer una deliciosa paella que habíamos encargado previamente hicimos las maletas y pusimos rumbo a nuestras ciudades; eso si, con mucha pena. Pero... ¡planeando ya la próxima!